Nació en Santa Mónica, California, el 18 de agosto de 1937. Su juventud estuvo marcada por turbulencias de todo tipo. Muere su madre cuando tenía 18 años y su antipatía hacia los estudios, hicieron que el joven Redford tardara bastante tiempo en encontrar su camino. El alcohol y las pandillas callejeras sustituyeron su pasión por el deporte y le sumieron en una espiral de la que no le fue fácil salir. Con 20 años decidió romper con todo y, con los pocos dólares que consiguió ahorrar trabajando en una planta petrolífera, se embarcó rumbo a Europa para hacer realidad uno de sus sueños de siempre: ser pintor.
No le fue muy bien y se le fue acabando el dinero. Pero la experiencia le hizo madurar y tras haberlo probado todo, toma la mejor decisión de su vida. Decide dejar a un lado la pintura y empezar su carrera como actor.
Estudió interpretación en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York donde conoció a la que sería su primera esposa, Lola Redford Van Wagenen, que dejó el colegio para casarse con Redford el 12 de Septiembre de 1958. Se centró en el teatro hasta que consiguió un papel en Broadway y tres años más tarde, en 1962, debutó en el cine con “War Hunt”. En el rodaje de esta película conoció a Sydney Pollack, con quien empezó una estrecha amistad que les uniría durante años y que les llevaría a trabajar juntos en seis películas.
Su fama de actor se impuso poco a poco a la de sex symbol gracias a películas tan memorables como “Las aventuras de Jeremiah Johnson”, “El candidato”, “El Golpe”, “El Gran Gatsby”, “Todos los hombres del presidente” o “Brubaker”.
En 1980 se sentó detrás de la cámara para rodar “Gente Corriente”, su primer filme como realizador, y ganó el Oscar a la mejor película y al mejor director. Curiosamente, como actor no había conseguido ninguna estatuilla. Desde entonces ha ido intercalando sus apariciones delante y detrás de la cámara, con incursiones en el campo de la producción y volcándose en ayudar al cine independiente desde su centro de operaciones de Sundance, en Utah, donde también tiene su rancho.
La contribución más importante de los últimos veinte años ha sido precisamente la creación del Instituto y del Festival de Sundance, que promueve las producciones independientes de nuevos cineastas y que ha dado a conocer a realizadores como Quentin Tarantino, los hermanos Coen, Steven Soderberg o, más recientemente, Todd Field.
A sus 65 años, Robert Redford vive junto a su compañera Sibylle Szaggars con la que se unió tras divorciarse de su primera mujer en 1985 y sigue comprometido con las causas en favor de los más desfavorecidos. Ecologista acérrimo, sencillo y perspicaz, en su mirada conserva el brillo azul intenso de aquel galán que conquistó a medio mundo y la sonrisa del que sabe que, a pesar de eso, será recordado por su impagable contribución a la historia del séptimo arte.
No le fue muy bien y se le fue acabando el dinero. Pero la experiencia le hizo madurar y tras haberlo probado todo, toma la mejor decisión de su vida. Decide dejar a un lado la pintura y empezar su carrera como actor.
Estudió interpretación en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York donde conoció a la que sería su primera esposa, Lola Redford Van Wagenen, que dejó el colegio para casarse con Redford el 12 de Septiembre de 1958. Se centró en el teatro hasta que consiguió un papel en Broadway y tres años más tarde, en 1962, debutó en el cine con “War Hunt”. En el rodaje de esta película conoció a Sydney Pollack, con quien empezó una estrecha amistad que les uniría durante años y que les llevaría a trabajar juntos en seis películas.
Su fama de actor se impuso poco a poco a la de sex symbol gracias a películas tan memorables como “Las aventuras de Jeremiah Johnson”, “El candidato”, “El Golpe”, “El Gran Gatsby”, “Todos los hombres del presidente” o “Brubaker”.
En 1980 se sentó detrás de la cámara para rodar “Gente Corriente”, su primer filme como realizador, y ganó el Oscar a la mejor película y al mejor director. Curiosamente, como actor no había conseguido ninguna estatuilla. Desde entonces ha ido intercalando sus apariciones delante y detrás de la cámara, con incursiones en el campo de la producción y volcándose en ayudar al cine independiente desde su centro de operaciones de Sundance, en Utah, donde también tiene su rancho.
La contribución más importante de los últimos veinte años ha sido precisamente la creación del Instituto y del Festival de Sundance, que promueve las producciones independientes de nuevos cineastas y que ha dado a conocer a realizadores como Quentin Tarantino, los hermanos Coen, Steven Soderberg o, más recientemente, Todd Field.
A sus 65 años, Robert Redford vive junto a su compañera Sibylle Szaggars con la que se unió tras divorciarse de su primera mujer en 1985 y sigue comprometido con las causas en favor de los más desfavorecidos. Ecologista acérrimo, sencillo y perspicaz, en su mirada conserva el brillo azul intenso de aquel galán que conquistó a medio mundo y la sonrisa del que sabe que, a pesar de eso, será recordado por su impagable contribución a la historia del séptimo arte.
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